La mochila


Armar la mochila puede resultar una tarea tan sencilla como engorrosa. Suele ser frecuente no saber qué llevar ni qué dejar en casa. Como también cargar equipo de más, al que nunca se le va a dar uso (aunque psicológicamente es una ayuda saber que, por las dudas, se cuenta con él)

Ante todo vale resaltar que no existe una mochila que se adecue a todo uso. De la misma manera que los contenidos no son aptos para todo tipo de travesías ni las personas resistentes para tolerar un equipaje excesivo (más de 20 kilos se hace sentir a poco de andar). Por consiguiente, hay que tener bien en claro qué recorrido se va a realizar, por cuánto tiempo, a través de qué tipo de terrenos, cuáles son las temperaturas medias de las zonas a transitar, y si hay o no probabilidades de reabastecerse de provisiones y/o equipo en el camino.

Existen al menos dos versiones acerca de cómo distribuir el equipo en la mochila. Una que aconseja llevar los elementos más pesados en la parte superior, y otra que sugiere lo contrario. Una opción intermedia entre ambas (distribuir el peso a lo largo del volumen de la mochila y en la franja más cercana a la espalda) resulta ser una buena solución, porque concentrar carga en la región lumbar causará dolores de cintura, y colocarla en la zona de la tapa ocasionará desequilibrios ante algunos movimientos imprevistos (situación similar a la que ocurre al ubicarla en la parte más alejada del espaldar).

En general, se colocan en el fondo la ropa interior y de repuesto, y los elementos de higiene personal. A continuación la bolsa de dormir, el calentador y las marmitas para la hora de cocinar. Luego los alimentos que requieran precalentado o cocción, la carpa, los parantes y la comida rápida para la travesía. Finalmente, repartidos entre los bolsillos de tapa y la parte superior del volumen principal, la ropa de abrigo, el calzado, la cantimplora y los elementos que puedan necesitarse con premura: mapa, lapicera, papel, brújula, linterna, botiquín, cortaplumas y máquina de fotos, etc.

En lo que respecta a los bolsillos exteriores tienen múltiples utilidades, y entre ellos se reparte el resto del equipo chico: handie, pilas de repuesto, fósforos, manta de aluminio, kit de supervivencia, cinta adhesiva de embalaje, bolsas de nylon (chicas y de consorcio), repelente de insectos y el remanente del equipo personal.

De ser posible, es ideal que ninguna parte del equipo quede colgando fuera de la mochila, porque puede mojarse en caso de lluvia, además de dificultar el tránsito a través de picadas o zonas de achaparrada vegetación. De todos modos, hay dos excepciones casi imposibles de evitar: el aislante para la bolsa de dormir y algunos metros de cuerda como para improvisar un cruce en tirolesa o un corto rappel.

Para finalizar, es aconsejable llevar el equipo bien ordenado para saber en cualquier momento dónde están ubicadas las cosas. Al armar el contenido, los huecos o lugares con aire deben llenarse con ropa para ocupar todo el espacio disponible y para evitar que los elementos se desplacen hacia uno u otro lado, lo que tornaría incómoda la caminata. Por último, si la travesía se realiza en grupo, distribuir el equipo de uso común entre todos los integrantes; ello ayudará a ganar volumen y a aliviar el peso.

Como elegir la mochila adecuada

La idea es exponer las características que debe tener una mochila en la espalda para que la aventura no se transforme en "turismo tortura".
La tecnología ha evolucionado en el diseño de la mochila, desde el saco con cordeles, a una compleja estructura de aluminio, tela resistente, esponja y plástico, diseñada con el objeto de minimizar la sensación de acarrear un saco de papas. Estas mochilas de la era moderna vienen en distintas formas, colores y sabores, pasando por las orientadas a llevar los útiles escolares, pasando por las diseñadas para cortos viajes, hasta aquellas que nos permiten llevar nuestra "casa" a la cima de la cordillera.

Anatomía de una Mochila de Armazón Interna
¿Dónde se hace más llevadero el peso en el cuerpo? Es fácil adivinar que nuestras piernas son las que manejan los mejores y más poderosos músculos del cuerpo (volver a hacer la pregunta después de subir 10 pisos a pie puede ser contradictorio, pero sigamos con el concepto). En comparación a los hombros, el peso apoyado directamente sobre las piernas, es decir, a partir de las caderas hacia abajo, es soportado de mejor manera. Entonces, dato Nº 1: mi bulto debe tener un buen cinturón.
¿Cómo se lleva el peso a esa parte? Para ello se usan soportes de aluminio (porque pesan poco) que básicamente apoyan su base en la cintura (gracias al cinturón) y sostienen parte importante del peso del bulto. Hay dos formas de adherir estos soportes: externos e internos. Que nadie se asuste al pensar en internos. Llevar una mochila no implica cirugía a la espalda. Los soportes internos van por el interior de la mochila, usualmente pegados a la espalda del usuario, y tienen una forma que permite ajustarse a la anatomía de un ser humano con cromosomas de humano, que tiene una curvatura en la columna clásica de una persona normal. En algún momento se construyeron armazones externos, que se basan en un rectángulo al que se cuelga la mochila misma. Esta forma no permitía una adecuada distribución del peso, por lo que se optó por una forma en "V" cuyo vértice está en el centro, abajo. Se transfiere el peso a las caderas, manteniendo la flexibilidad, cosa imposible en una de armazón externa. Algunas usan una placa plástica con un centro de aluminio.
Muy Bien. Ya se dieron cuenta que la mochila parece inspirada en Robocop. Veamos más en detalle los componentes de la mochila.

El Cinturón. De nada sirve el armazón si no hay un cinturón que reciba esa transferencia de peso. Evidentemente, el cinturón debe estar acorde al peso pronosticado. Una correa resistente con un buen "conector" es un buen comienzo, pero la idea no es destruir las capas dérmicas de la cintura con una lona abrasiva. Entonces, se necesita algún acolchado en el cinturón. Uno muy suave se puede sentir bien al comprarlo, pero no después de dos días de caminata. Uno muy duro se siente como palo contra las caderas. Hay que buscar un cinturón que cubra una buena área de las caderas (cinturón ancho), y que sea lo suficientemente denso para soportar la presión por largos periodos. Usualmente tienen diversos puntos con correas menores que permiten ajustar en fino la posición de la mochila contra las caderas. Además, sirve para acarrear a mano los artículos más necesitados en la caminata, como la botella de agua.

Los Tirantes para los Hombros. El mismo concepto que en el cinturón. Relativamente anchos para distribuir la presión sobre la piel en un área más amplia. El uso de acolchado relativamente denso y resistente. Idealmente, los tirantes tendrán una curva preestablecida en la fábrica. Serán ajustable y si están bien diseñados, tendrán unas puntas de correa para ajuste inmediato mientras se camina.

El Panel de la Espalda. Básicamente es una colchado que impide que nos pongamos un "saco" en la espalda. La misma idea de los dos elementos anteriores. Un acolchado adecuado que no ceda a las dos horas de caminata ni sea tan tieso al contacto, como una tabla. Simultáneamente, hay que considerar que en terreno, es la espalda la que más suda. Por eso, el material directamente en contacto con la espalda debe ser de una textura adecuada para mantener estable la posición. Es decir, debe tener un cierto nivel de absorción.

El bulto mismo y su construcción. Cualquier fabricante que se respete utiliza materiales resistentes, así como buenas costuras para mantener las piezas firmes. Se usan diversos tipos de nylon, que a la vez tiene un tratamiento de resistencia al agua, incluyendo el Cordura. El diseño mismo depende de las preferencias personales. En términos generales se puede hablar de los tamaños, usualmente medidos en volumen de capacidad. Normalmente, una mochila para el día tiene cerca de 30 lt., mientras que una de expedición puede llegar a los 90 ó 110 lt.

Otro detalle relevante del diseño tiene que ver con la manera de llenar la mochila. Algunos diseño permiten abrir la mochila completamente como si fuese una maleta. Estos modelos son muy apropiados para acomodar adecuadamente las cosas adecuadamente y poder mantener un orden razonable. A veces no es posible llenarlas en exceso, lo cual puede ser bueno y no tanto. A veces se requiere poder presionar todo lo que sea ropa para poder aprovechar de mejor manera el espacio. Por otro lado, algunos modelos se llenan por la parte arriba y proveen cierres verticales laterales para el acceso expedito a ciertos objetos dejados más a mano. Estos modelos permiten almacenar más cantidad de cosas, porque es más fácil meter la ropa aplastándola dentro del saco, y además estos modelos poseen una extensión en la parte superior, a modo de "vestíbulo" adicional.

Dejarse tentar por una gran cantidad de bolsillos externos es un error. Muchas veces se ponen demasiados objetos delicados que están directamente expuestos a ser golpeados a sacarse la mochila y al pasar por sectores angostos. A la vez, si estos bolsillos son sobrecargados estarán influyendo en el equilibrio que logra el gran cilindro - bulto principal - que está pegado a la espalda. Una característica muy útil de algunas mochilas es la posibilidad de separar la sección superior (tapa) o alguno de sus bolsillos y transformarlas en riñoneras o pequeña mochila para viajes cortos.

Adicionalmente, es bueno poseer espacio en las correas del cinturón para colgar algunos objetos de uso durante la caminata, ya que los deja al alcance de la mano sin sacarse la mochila. Ese debe ser el caso de las botellas de agua y la cámara de fotos.
Es útil tener algunas correas en los costados de la mochila para poder afirmar algunos objetos más grandes (pero ojalá no pesados), que se necesitarán eventualmente durante la jornada. Tal es el caso de la parka o impermeable, o bien bototos para nieve de ser necesario cambiárselos.

El ajuste de la mochila. Muchos modelos vienen construidos directamente en las proporciones de fábrica y nos posible ajustar casi ningún elemento, salvo el largo de los tirantes. Eso está bien para la mochila del colegio de mi hija, pero el caso en que se pretende caminar muchas horas con cerca de 15 ó 20 kg. de peso, el ajuste a la espalda de cada persona en particular es clave. El primer elemento a ajustar es largo del torso. Algunas mochilas vienen fabricadas en tres tallas distintas y corresponde al comprador elegir la más adecuada. En otros casos, los más comunes, la compleja red de correas, que sujetan la mochila al cuerpo de la persona, permite el ajuste en todos los ángulos. Es recomendable probarse la mochila con una carga de peso y ver cómo el tirar y aflojar algunas de las correas, tanto en la zona de los hombros, como en los costados permiten que el peso del bulto descanse cómodamente sobre las caderas, sin aplicar excesiva presión en hombros y columna.

De preferencia, al momento de la compra, la ayuda de un vendedor con conocimientos adecuados es vital para saber que la mochila se está ajustando a la espalda. La idea siempre será intentar que la mochila se "trepe" en nuestra espalda, sujetándose por su cuenta. De esa manera nos podemos concentrar en el esfuerzo de nuestras piernas, mucho más desarrolladas muscularmente que el resto de nuestro cuerpo.

OK. Ya tenemos la mochila ideal. Ya la llenamos con todo lo necesario. Sólo queda una cosa por hacer y es unirse a una patrulla dispuesta a pasar unos días en la naturaleza, recorriendo lugares por medios propios, con todo el equipo en al espalda. El cansancio puede ser evidente en muchos momentos, pero no hay sensación más satisfactoria que saber que la civilización no nos ha consumido completamente como raza, y aún somos capaces de simular "migraciones" como otros mamíferos lo hacen frecuentemente.